martes, 9 de febrero de 2016

Las imperfecciones, el déficit crónico

Las imperfecciones, el déficit crónico

Mi gente,

Poco a poco he ido descubriendo las causas del stress tropical, el alto nivel psiquiátrico y el coeficiente de atolondramiento e idiotez de mis conciudadanos. Incluso trate de adaptar un termómetro ambiental de coca cola para transformarlo en un Idiotómetro para pedir que los visitantes oprimieran un botón y autorizar su entrada o no a la galería, a riesgo de que el equipo medidor no durara mucho y reventara con los primeros nativos caribeanos u europoides subnormales.


Se dice que más del 70 por ciento de la ciudadanía ha nacido bajo el bloqueo, hay una generación del chícharo y la croqueta de las becas y movilizaciones, que ha debilitado el sentido común y la agilidad mental con el paso del tiempo y la llegada de la adultez, incluso reducido la talla y la estructura ósea y funcionamiento metabólico, amén de la brigada hecha a tribuna abierta y mesa redonda, que como yo que fui multisistema y atendía varias cosas a la vez, interrumpía una charla y volvía a continuar, estudiaba varias asignaturas a la vez y varios idiomas, sin cruces ni cortos circuitos, me estoy volviendo mono direccional y tengo que terminar una tarea para emprender otra, si se me interrumpe me quedo lelo y no sé ni que estaba haciendo, se van las ideas. Junto con mi vecina Luisa somos muchos quienes no podemos ver el serial televisivo CCI o la escena del crimen porque se tratan varios crímenes simultáneos y  no hay cerebro para seguir más de una trama a la vez. Abunda la cerebriplanitud, los cerebros teflónicos que  no se les pega nada, los cerebrilisos como las bolas de billar, y los más alarmante es que es como una epidemia y hasta pandemia que contamina a quienes mantienen largos contactos con tales personajes. Un amigo me dice que yo estoy parcialmente inmunizado por el tiempo que estuve soldado a la tubería del potaje, pese a que solo me entraba un hilillo de sopa.

Nada es perfecto, pero a mí lo que más me afecta son dos cosas, únicas causas que motivaran deseos de vivir en otros confines de la tierra. La impuntualidad hasta en las personas que más se aprecian y que no abochorna a nadie y casi que es un orgullo nacional y siempre tiene explicaciones y el afectado es quien debe pedir disculpas por lo aplastante, sentimental y doloroso de las razones de los informales o  embarcadores. No respetan y juegan divertidamente con el tiempo ajeno.

Yo sería el paciente  San Carlos de la Espera pues más del 30% de mi vida me la he pasado esperando por gente que no ha venido o esperando porque alguien me atienda .No San Carlos Protector de las Desamparadas como mis detractores me quieren titular injustamente. 

El otro asunto es más doloroso aún, es filosófico, es la inseguridad de que lo que necesitas con urgencia no lo hay y lo había hasta ayer o siempre lo hubo. Produce salto en el estómago, parkinsonismo, desatino, salpullido. Es algo inexplicable y además es constante. Crea la incertidumbre y animo de acaparar lo innecesario. Desesperación. Lo concreto con ejemplos que me han derrumbado. Tuve que deambular por 16 estaciones de servicios de la Habana para echar un poco de aire a un neumático delantero del auto, en una ciudad donde existe una cadena de nuevos centros de servicio Oro Negro con la gasolina más cara del mundo pero no hay servicio de aire y si es después de las seis de la tarde, a rezar. Cuando ya yo había visitado 11 lugares sin resultado y la situación cada vez más crítica, quería gritar, llorar suicidarme.

Así es cada día. Hoy necesité comprar un bombillo ahorrador. Ya he ido a 14 ferreterías con una pantalla de cristal en la mano a ver si cabe el bombillo que de seguro es más caro que en Bélgica, Mallorca o Miami y no lo encuentro. Qué vergüenza pedirle un bombillo a alguien. Sin embargo, había abundancia de protectores de voltaje para aire acondicionados que en una ocasión Esther y yo tuvimos que ir a Santa Fe porque no los había ni en los centros espirituales ni en los centros de trabajo tampoco. Un economista lo llama el déficit crónico. El pueblo lo llama el Plan Escambray, Te toca pero no hay  y hay pero no te toca. Otro dice que es la razón de que el sueño del hombre en el socialismo sea ser el primero en una cola, para que no se acabe lo que se va a vender, repartir o distribuir. 

Los pasajeros occidentales no se explicaban por qué en la escala en Montreal o Toronto de los aviones de Aeroflot procedentes de Moscú, los soviéticos formaban una fila india para comprar suvenires en las tiendas del aeropuerto, mientras las vendedoras  los invitaban desesperadamente a que se acercaran a los mostradores. Me estoy tomando algunos sedantes porque tengo pesadillas y me despierto gritando. Me toca a mí, yo soy el primero. ¿Será el bloqueo o embargo motivo de estos desespero? 

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