Mi gente,
Poco a poco he ido descubriendo las causas del stress tropical, el alto
nivel psiquiátrico y el coeficiente de atolondramiento e idiotez de mis
conciudadanos. Incluso trate de adaptar un termómetro ambiental de coca cola
para transformarlo en un Idiotómetro para pedir que los visitantes oprimieran
un botón y autorizar su entrada o no a la galería, a riesgo de que el equipo
medidor no durara mucho y reventara con los primeros nativos caribeanos u
europoides subnormales.
Se dice que más del 70 por ciento de la ciudadanía ha nacido bajo el
bloqueo, hay una generación del chícharo y la croqueta de las becas y
movilizaciones, que ha debilitado el sentido común y la agilidad mental con el
paso del tiempo y la llegada de la adultez, incluso reducido la talla y la
estructura ósea y funcionamiento metabólico, amén de la brigada hecha a tribuna
abierta y mesa redonda, que como yo que fui multisistema y atendía varias cosas
a la vez, interrumpía una charla y volvía a continuar, estudiaba varias
asignaturas a la vez y varios idiomas, sin cruces ni cortos circuitos, me estoy
volviendo mono direccional y tengo que terminar una tarea para emprender otra,
si se me interrumpe me quedo lelo y no sé ni que estaba haciendo, se van las
ideas. Junto con mi vecina Luisa somos muchos quienes no podemos ver el serial
televisivo CCI o la escena del crimen porque se tratan varios crímenes
simultáneos y no hay cerebro para seguir más de una trama a la vez.
Abunda la cerebriplanitud, los cerebros teflónicos que no se les pega
nada, los cerebrilisos como las bolas de billar, y los más alarmante es que es
como una epidemia y hasta pandemia que contamina a quienes mantienen largos
contactos con tales personajes. Un amigo me dice que yo estoy parcialmente
inmunizado por el tiempo que estuve soldado a la tubería del potaje, pese a que
solo me entraba un hilillo de sopa.
Nada es perfecto, pero a mí lo que más me afecta son dos cosas, únicas
causas que motivaran deseos de vivir en otros confines de la tierra. La
impuntualidad hasta en las personas que más se aprecian y que no abochorna a
nadie y casi que es un orgullo nacional y siempre tiene explicaciones y el
afectado es quien debe pedir disculpas por lo aplastante, sentimental y
doloroso de las razones de los informales o
embarcadores. No respetan y juegan divertidamente con el tiempo ajeno.
Yo sería el paciente San Carlos de la Espera pues más del 30% de
mi vida me la he pasado esperando por gente que no ha venido o esperando
porque alguien me atienda .No San Carlos Protector de las Desamparadas
como mis detractores me quieren titular injustamente.
El otro asunto es más doloroso aún, es filosófico, es la inseguridad de
que lo que necesitas con urgencia no lo hay y lo había hasta ayer o siempre lo
hubo. Produce salto en el estómago, parkinsonismo, desatino, salpullido. Es
algo inexplicable y además es constante. Crea la incertidumbre y animo de
acaparar lo innecesario. Desesperación. Lo concreto con ejemplos que me han
derrumbado. Tuve que deambular por 16 estaciones de servicios de la Habana para echar un poco
de aire a un neumático delantero del auto, en una ciudad donde existe una
cadena de nuevos centros de servicio Oro Negro con la gasolina más cara del
mundo pero no hay servicio de aire y si es después de las seis de la tarde, a
rezar. Cuando ya yo había visitado 11 lugares sin resultado y la situación cada
vez más crítica, quería gritar, llorar suicidarme.
Así es cada día. Hoy necesité
comprar un bombillo ahorrador. Ya he ido a 14 ferreterías con una pantalla
de cristal en la mano a ver si cabe el bombillo que de seguro es más
caro que en Bélgica, Mallorca o Miami y no lo encuentro. Qué vergüenza pedirle
un bombillo a alguien. Sin embargo, había abundancia de protectores de voltaje
para aire acondicionados que en una ocasión Esther y yo tuvimos que ir a Santa
Fe porque no los había ni en los centros espirituales ni en los centros de
trabajo tampoco. Un economista lo llama el déficit crónico. El pueblo lo llama
el Plan Escambray, Te toca pero no hay y hay pero no te toca. Otro dice
que es la razón de que el sueño del hombre en el socialismo sea ser el primero
en una cola, para que no se acabe lo que se va a vender, repartir o distribuir.
Los pasajeros occidentales no se explicaban por qué en la escala en Montreal o
Toronto de los aviones de Aeroflot procedentes de Moscú, los soviéticos
formaban una fila india para comprar suvenires en las tiendas del aeropuerto,
mientras las vendedoras los invitaban desesperadamente a que se acercaran
a los mostradores. Me estoy tomando algunos sedantes porque tengo pesadillas y
me despierto gritando. Me toca a mí, yo soy el primero. ¿Será el bloqueo o
embargo motivo de estos desespero?
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